Donde se libran peleas de boxeo, otro show en Las Vegas, en el desierto del simulacro y lo simulado |
Puro teatro. En Norteamérica el juego político se hace con
escenografía y efectos especiales. Crowds on Demand (Multitudes por pedido) es
una empresa que contrata a actores jóvenes para atestar auditorios, aplaudir,
fingir entusiasmo, pedir autógrafos y pasar por paparazzi pertrechados con cámaras
y flash. Tal ha sido su éxito que cuenta con sucursales en Washington, Nueva
York y California. Adam Swart, presidente, indica que los candidatos políticos
-de ambos partidos- que utilizan sus servicios reciben mayor atención en los
medios de comunicación y por ende puntean más alto en los sondeos.
A través de más de dos siglos las elecciones presidenciales
norteamericanas han servido de marco a
un colorido ritual que alienta la maledicencia y los ataques personales
(recuérdese la contienda Adams y Jefferson). Las campañas requieren recorridos
en ferrocarril, muchedumbres con pancartas y banderitas, asados (bar-b-q),
meriendas con hot dogs, conciertos, juegos de béisbol, todo con el nivel
de amplificación necesario para el lente mediático. Las convenciones se
organizan como multitudinarios "revivals" protestantes.
Al abrirse la posibilidad de recaudar millones de dólares y
entrar Madison Avenue en las contiendas, se operó un cambio de modelo. El
marcadeo, la imagen, los sound bytes, la manipulación y frecuencia del enfoque
editorial, la creación de una marca y narrativa correspondiente,
la constancia del mensaje, las campañas
publicitarias, desviar las crisis y preguntas conflictivas son ya técnicas
probadas. Las elecciones son una máquina lucrativa para activistas, medios de
comunicación, agencias publicitarias, consultores, "party planners" y
todo tipo de negocios parasitarios conectados a las maquinarias políticas. Con la decisión judicial Citizens
United, el caudal recaudatorio se ha multiplicado. No se elige un
candidato: se vende y compra un candidato.
En este contexto y con el histrionismo apocalíptico que ha
sembrado la derecha americana, los fundamentalistas evangélicos y el Tea Party,
el protagonismo de un personaje como Donald Trump es predecible. Fox (Faux)
News mantiene su puntaje y popularidad con un público ansioso de doctrina
facilista, alarmista y presentada de forma sobreactuada. Tienen que brindar a
su clientela la propaganda que reafirma el fin del imperio americano, la
decadencia moral y el desplome económico y militar. La culpa cae, por supuesto,
en la sospechosa alianza de los liberales del nordeste, los "politically
correct" (guerra cultural) y ese sospechoso negro musulmán Barack Obama,
el Otelo de la Casa Blanca. Recordemos que fue Donald Trump el líder del
movimiento "birther". Durante años -y a pesar de documentos
oficiales- el millonario del coif milagroso afirmaba que el Presidente
es extranjero.
Ciegos permanecen al descenso en el nivel de desempleo, la
rebaja en el nivel de déficit presupuestario, la mejora del sector
inmobiliario, la captura de Bin Laden y otros cabecillas del integrismo
islámico, el alza sostenida en los niveles de Wall Street, la fortaleza del
dólar con bajos intereses y sin inflación así como el alza en la producción
nacional de petróleo. El espectáculo como medio propagandístico es efectivo,
cancela las facultades críticas y todo vestigio de discernimiento.
La competencia para Cirque du Soleil, el cabaret TAO y los comediantes de "Lipshtick" en una noche de Las Vegas |
El melodrama político, como las telenovelas, crea una
adicción. Un animador de televisión conocido por la frase "¡está
despedido!" estrena una serie televisiva. En su nuevo culebrón "peluquín" se postula para Presidente y tiene
ya una teleaudiencia asegurada. Si con su vulgar acento de Brooklyn arma un
"varieté" en el que los mexicanos, la menstruación, los
medios "hostiles", al Otelo Presidente y los musulmanes cargan con la culpa de todo lo que aqueja al país, tiene su victoria asegurada. ¿Sus aliados? Cuanto xenofóbico Tea
Partier fue radicalizado por los Republicanos durante las asambleas "Town
Halls" anti-Obamacare. Allí marchan los "red necks", los
defensores de la Segunda Enmienda que tienen bombas atómicas en sus arsenales,
los racistas, los blancos pobres que llaman "white trash" o "trailer
trash". Entre Donald Trump y Ted Cruz llevan a las urnas a personajes
estrafalarios sacados de la película Deliverance. Ahora el Partido no
sabe cómo abortarlo, con peluca y todo. Donald Trump es su feto deforme de madre Republicana pro-vida.
Un simulacro de Venecia en Las Vega, escenario para Anderson Cooper y sus comentaristas |
Mientras tanto el circo continúa. Presentado por CNN,
el debate entre los candidatos
Republicanos tuvo lugar en un casino de juego, en un sitio donde pudo haber boxeado Manny Pacquiao. En Las Vegas, los
"presidenciables" competían con Cirque du Soleil, el TAO Night Club,
los comediantes de "Lipshtick"
y las salas de juego. Era un espectáculo más. Anderson Cooper y sus
invitados comentaban los pormenores del show con el fondo escénico de una faux
Venecia. Fue kitsch y simulacro. El Venetian, hotel cum casino, propiedad de
Sheldon Adelson, generoso contribuyente al Partido, es un simulacro de la
Serenissima y se convirtió en la arena de pugilismo entre Donald Trump y Jeb
Bush y entre el canadiense Ted Cruz y el cubanoamericano Marco Rubio. En otros
espacios se jugaban fortunas y se bailaba en el Rockhouse. La política fue la
otra función de una noche en Las Vegas. ¿Les veremos vestidos de gladiadores en
un coliseo con los leones de Siegfried y Roy? Los plebeyos, alquilados, ya se
encuentran en las gradas.