8 de agosto de 2007

Un circo hecho con azúcar y barbarie


Como en todo circo, la realidad tiene esa mala costumbre de romper el encanto. Pone fin al hechizo de los trapecistas (sociales), elefantes fosilizados, magos (de la imagen), payasos, bufones y fenómenos (“freaks”). Año tras año, Lian Fanjul de Azqueta, directora de la Fundación MIR, ha ocupado el lugar que dejara vacante el circo Santos y Artigas. Todos aquellos que jamás pudieron franquear el umbral de la Calle 17# 502 entre D y F, palacete Gómez-Mena-Revilla de Camargo en el Vedado, pueden por una módica cantidad retratarse con los plutócratas cubanos, llamarles por su nombre de pila, participar en un “souk” marroquí y ayudar a los multimillonarios Fanjul en sus obras de caridad con los niños de la República Dominicana. El analfabetismo aqueja a los que asiduamente se lanzan a retratarse con los colonos (de reciente "pedigree": siglo XX, lejos de la rancia aristocracia como, por ejemplo, los De Zárraga, Marqueses de Justiz de Santa Ana). Desconocen la historia y los asuntos de su entorno social. El marquesado Revilla de Camargo que tanto impresiona a los peregrinos a Casa de Campo fue otorgado por Alfonso XIII a Agapito Cagigas, esposo de Maria Luisa Gómez Mena, en 1927, uno de los más recientes títulos nobiliarios concedidos en el Nuevo Mundo. Algunos "estudiosos" del otro lado del Estrecho de la Florida han descubierto que "toda esa fortuna tuvo su origen en la trata negrera. Su antepasado, Joaquín Gómez, fundador de la dinastía, sentó sus reales en Obispo esquina a Cuba".

Regresan a Hialeah los concurrentes al Circo Fanjul, todos de estricto uniforme: hilo y guayaberas Hipólito. Allí impera la fantasía y el “networking”. Extender las redes comerciales a base de imagen y tarjetas de presentación (“business cards”) toma lugar dentro un recinto basado en la esclavitud. Si llegan por casualidad a “Tinta y Veneno”, pongámosle al corriente de algunos hechos.

Un sentido testimonio “Esclavos en el paraíso” presentado en la Sorbonne de París en mayo de este año por el sacerdote Christopher Hartley Sartorius (doctorado en Roma y colaborador en Calcuta de la Madre Teresa) alega:
“Y descubrí que extensiones aún más gigantescas de caña de azúcar que se encontraban ubicadas al este de mi parroquia eran propiedad del consorcio Central Romana, pertenecían a otra familia, no menos rica, no menos miserable, cuyos trabajadores vivían en condiciones iguales o peores como pude constar con mis propios ojos … Se llamaba la familia FANJUL.
2.- Descubrí que mi pueblo (es decir, las gentes que conformaban mi geografía parroquial) vivían en condiciones indignas de la persona humana, en esos infames asentamientos llamados bateyes.
3.- Descubrí que la gente pasaba hambre, es más que la gente tenía hambre siempre... Gente que apenas mal comía una vez al día y que los niños jamás bebían leche.
4.- Descubrí que miles de hombres mujeres y niños vivían hacinados en espantosos barracones, achicharrados de calor, sin ventilación, sin las mínimas condiciones de higiene – en su estrechez existencial arrastrados a una incalificable promiscuidad sexual. Donde padres e hijos – varones y hembras – compartían el único camastro mugriento de la única habitación asignada por la empresa de un interminable barracón.
5.- Descubrí que estas gentes no tenían instalaciones sanitarias de ninguna clase, que sus letrinas eran los mismos cañaverales, que sus duchas eran las abrevaderos de los bueyes, que igual que los animales tenían ellos que cocinar y comer los alimentos en el sucio suelo del batey por falta de cocinas y comedores. 6.- Descubrí que la enfermedad y la muerte eran la inseparable sombra de los habitantes de los bateyes, siempre al acecho, siempre a la búsqueda de nuevas presas. Me encontré con gente que siempre estaba enferma de mil enfermedades y herida por los múltiples accidentes de la dura vida del corte de la caña. Sin acceso a la salud, a un médico, a un centro médico; a un hospital digno, a los medicamentos adecuados a sus enfermedades.”

Claro que para los que van a retratarse con los Fanjul ansiosos por aparecer en las páginas de Selecta, Vanidades, el Diario, o en “De Fiesta” de El Nuevo Herald, los abusos que se cometen en los ingenios dominicanos resultan tan ajenos como el arte bizantino. Es pedir peras al olmo. El Circo Fanjul es una genial artimaña de mercadeo que responde a la necesidad de legitimidad social de los pujantes nuevos ricos miamenses, ansiosos de publicidad. ¿Quiere manipular la historia? ¿Quiere aparecer en la prensa como habitué a la Calle 17 del Vedado, Palm Beach y el Upper East Side? El mito tiene un precio: pagar las obras benéficas que corresponderían a los latifundistas, entretenerles, alabarles y formar parte de su coterie de aduladores. Sería todo un coup que la aerolínea American proyectara el documental Sugar Babies como entretenimiento a bordo en los vuelos que usan de regreso a Hialeah los cortesanos y empleados de circo. Producción de la antropóloga cubana Amy Serrano, el filme delata con lujo de detalles las condiciones infrahumanas de los braceros haitianos en los ingenios Vicini y Fanjul.

Alfy, patriarca de la familia, ha quedado en un puesto encumbrado en la historia americana: en el Informe Starr. El hacendado azucarero fue el interlocutor telefónico del presidente Clinton durante una de las felaciones más renombradas de la erótica universal, el "affair" Lewinsky.

Los motivos de la llamada que interrumpiera el idilio sensual Clintoniano son aún de interés: el subsidio (sí, efectivamente, de los contribuyentes norteamericanos) que anualmente recibe la familia Fanjul como “protección” a la industria azucarera. En el caso de los colonos cubanoamericanos representa este subsidio una contradicción dado el hecho que constituyen los propios hermanos Alfy y Pepe parte de la amenaza extranjera dada su producción en República Dominicana. Los controles artificiales de precio de los que se beneficia la industria azucarera en Estados Unidos es anatema para la globalización y los esquemas económicos capitalistas de mercado libre que predica la comunidad cubanoamericana (republicana) dada a frecuentar el circo anual en Casa de Campo.

La familia azucarera cubana promedia cientos de miles de dólares al año en contribuciones políticas, para ambos partidos. Pepe se ocupa de los republicanos, Alfy de los demócratas y todo queda en casa. Su leguleyo en la Florida, Joe Klock, sirvió también los intereses de la representante Katherine Harris, la misma que certificara las primeras elecciones presidenciales de George W. La Harris, acusada de tomar dinero mal habido en el Congreso, fungía en el aquel momento como Secretaria de Estado de la Florida.

La Flo-Sun perteneciente a los terratenientes cubanoamericanos compró las refinerías Domino de la compañía inglesa Tate & Lyle. Su segunda meta al interrumpir las aventuras falocéntricas de la Lewinsky sigue aún vigente: la contaminación de los Everglades. La ley de protección a tan vital área floridana se firmó en el año 2000 por el presidente Clinton. Bajo su sucesor, sin embargo, se ha restringido el poder de supervisión del Cuerpo de Ingenieros de las Fuerzas Armadas. Es más, en el 2002 se aprobó la actividad de unas compañías de explotación de minerales que llegaron a ocupar más de 20,000 acres de terreno protegido. Grupos ambientales han planteado litigio porque las minas pueden contaminar el subsuelo.

Dos años después, a petición de las compañías azucareras -y con la anuencia del Gobernador Bush- se otorgó una prórroga de diez años a la ley “Everglades for Ever Act” retardando la limpieza del tóxico fósforo durante otros diez años. Según cálculos realizados por el Departamento del Interior, el estado de la Florida pierde cinco acres de terreno diarios en el parque Everglades. Un juez federal falló en el 2005 en contra del estado de la Florida al dictar que el gobierno estatal “ha violado repetidamente su compromiso de limpiar la contaminación de los Everglades”.

Al tanto de su imagen internacional y de que la CBS sacará al aire a partir de su nueva temporada un programa llamado “Caña” ("Cane") con Jimmy Smits enfocando su lente en una pudiente familia cubana dentro del giro azucarero, los Fanjul soltaron a su sabueso legal, Joe Klock, para reunirse con los ejecutivos de la CBS y repasar la trama de los episodios. Los oligarcas no creen en la libertad creativa de sus amigos en otras megaempresas. Puede darse el caso de sentirse en Palm Beach una cierta ansiedad al saber que Tribeca Films y Universal planean el estreno de una producción fílmica basada en el artículo “In the Kingdom of Big Sugar” de Marie Brenner en Vanity Fair. Con la actuación de Robert De Niro y Jodie Foster, la película relata los alegados abusos de Pepe y Alfy Fanjul con los trabajadores migratorios jamaiquinos que laboraban en sus compañías floridanas y el empeño de un dedicado abogado, Edward Tuddenham, por establecer justicia laboral y salarial.

“Desde sus orígenes la producción azucarera ha estado rodeada de iniquidad y barbarie, como una metafórica ecuación que equiparara la ignominia como un valor directamente proporcional a la intensidad del dulzor” escribe el sociólogo Enrique Patterson. Los concurrentes al Circo Fanjul, saltimbanquis, fenómenos, trapecistas sociales en la corte de los colonos cubanoamericanos van atraídos por la intensidad del dulzor de ese efímero momento de fantasía social. Olvidan la iniquidad y la barbarie.

12 de julio de 2007

El Padre Alberto y los 'Power Players'


(c) Gio Alma/Ocean Drive en Espanol/ Ocean Drive Media Group


Hagamos una posible composición de lugar. Hotel Raleigh, deliciosa mañana miamense, maquilleurs, productores, luminotécnicos, fotógrafos, el presbítero Alberto Cutié, Ana Remos, cronista y lamebotas de burgueses y trepadores:

- Ay, Padre, ¿qué tal? La bendición…
- Dios te bendiga, hija mía. ¿Qué tal la gala de los Latin Builders?
- No, esa no la cubro yo. Fui al Vizcaya al “cotillion” del año, los quince de la niña Valls. Fue un encan...
Interrumpe un asistente del fotógrafo:
- Padre .. los pantalones
- ¿Cooooomo?
- Hey, can you lift your pants?
- Ana, perdona hija, nos vemos en la gala de…
- Padre, las luces… -un productor.
- Ay Ana, esto de ser estrella … Ni en Vanity Fair.


En la versión hispana de la revista Ocean Drive aparecería en junio el álbum fotográfico “Los Power Players”. El sacerdote Alberto Cutié de la arquidiócesis de Miami fulguraba bajo la rúbrica de “Los influyentes”. Escribe Dániza Tobar en la publicación playera: “En vez de un religioso, parece un rock star en sotana. Y es que al Padre Alberto Cutié te lo puedes encontrar, tanto en su parroquia de St. Francis de Sales de South Beach, como predicándole a los jóvenes en Latinoamérica... o en el VIP de los Premios Billboard”. Espero que no. Ruego a San Ignacio me haga discernir espíritus y pueda evitar ese tipo de VIP. Ya tendría que rogar a San Miguel Arcángel para protegerme de la fauna endemoniada (dragonesca) de los Premios Billboard. Y es que no todos los VIP Rooms son malos, entiéndase. Recuerdo en el del Avery Fisher, Lincoln Center a Riccardo Chailly leyenda musical, explicándome con lujo de detalles la Décima Sinfonía de Mahler que acababa de dirigir con la Concertgebouw de Ámsterdam.

Una periodista me acusó de fariseo al distribuir la foto de Father Cute-ie en Ocean Drive. No trato de reprocharle al presbítero su conducta, ¡lejos de mí! El clérigo ganado tiene su nonstop al excelso paraíso con esas galitas “de cuarta” a las que se somete. La Providencia “luxológica” le obtendrá fiestas bien en la Ile S. Louis, Kentshire, en el augusto Circolo della Caccia de Roma o en las mansiones de Costa Smeralda.

Lo que llama aquí la atención es el manejo institucional. La iglesia –comunidad- se ha visto retada en innumerables ocasiones: sismos, guerras, corrupción interna, conflictos teológicos. Los que creemos en su misión salvífica vemos que la gracia se hace manifiesta en individuos y momentos: Santa Catalina de Siena, San Francisco, Concilio de Trento, San Ignacio de Loyola, Vaticano II, el ecumenismo. Vemos también con espanto el mal espíritu en la Inquisición, el Banco Ambrosiano, el Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum, el asunto Galileo, el antisemitismo, la Principessa de Acquapendente y de Sant'Angelo in Vado, perdón, Pío XII.

La iglesia norteamericana ha visto con beneplácito el lanzamiento de un cura “mega-star” como instrumento pastoral, de evangelización y vocaciones. Se ha creado -analiza un profesor amigo radicado en Washington- la "industria Padre Alberto" basada en programas de radio, libros, espacios televisivos y la columna "Consejos de amigo" sindicada en los diarios. Somos testigos de un "omnimedia", el Martha Stewart para la latinalia católica. El mundo hispano, dado al caudillismo, se lanza en pos del bonitillo uniformado con acceso a los medios de comunicación. Más aún, se opera con el sacerdote esa transferencia que discutía Freud entre el analizando y el terapeuta. ¿Es éste el remedio para la juventud “Puff Daddy” “Daddy Yankee”, reggaetón, metanfetamina (“hielo”, “vidrio”), SIDA y madres solteras? La jerarquía ha de preguntarse ¿se llega a esa juventud retratándose con los trepadores sociales de Miami en cuanta gala existe? No creo. El Padre Alberto trabaja el ambiente hostil tras la crisis del clero pederasta y en una ciudad donde un 17% de la población vive en suma pobreza y las autoridades metropolitanas se confabulan con urbanistas y especuladores para robarles los fondos de viviendas subvencionadas. Si a esa juventud le queda alguna neurona en función después de los múltiples orgasmos, drogas y reggaetón, ha de fugarse del Padre Alberto ante el horror de sus retratos con los “Power Players”. ¡Es aliado de su miseria! Piensen: aplaude incluso a los “raperos” en los premios Billboard.

Para los plutócratas un cura bien parecido, con facilidad de palabras sin ser docto, masculino en un mundo machista, el Padre Alberto es el invitado estrella. Se esconden y van a los babalawes por las tardes y , que quede claro, nadie sabe donde está Hialeah. Los santeros –como los analistas de Park Avenue- ya no tienen citas disponibles. Las acciones de botánicas holding companies se venden en Wall Street. Ojo, a la hora de retratarse y aparecer piadosos: Padre Alberto a la vista. Sin saberlo, o sabiéndolo quizás, con inocencia y celo evangélico, se fue convirtiendo en el “cura del ‘establishment’”. Poco a poco los protagonistas de Selecta, Vida Social, El Diario Las Américas, Vanidades y Ocean Drive, se lo tragaron, lo hicieron VIP. Ya su mundo es VIP, flashes y alfombra roja. Mi afán, como medida de cordura y balance, seguir sin encontrármelo.