16 de diciembre de 2009

Cómo puede un parlanchín hacer de una galería un crematorio

Obra ¿abstracta? del hijo del comisario, el inconnu Aldo Damián Menéndez

Avalando la "caldosa" maestros como Balart. Por supuesto, el criollo curador no tiene tiempo para adentrarse en la influencia del Suprematismo ruso o en De Stijl.

Cómo puede un parlanchín hacer de una galería un crematorio:
Caldosa en Cremata Gallery

Justo J. Sánchez

Por razones de conflictos de interés, seriedad en el oficio y cánones profesionales no es aceptable que un comisario de exhibición incluya obra propia, de familiares o amigos íntimos. Estas reglas se respetan en el mundo civilizado. Ese es un universo ajeno a los cubanos que todavía huelen a palma o no se han sacudido aún el subdesarrollo.

“Abstractomicina” en el espacio Cremata del Southwest de Miami no es un ajiaco. Hemos descubierto en un espacio normalmente serio una invención de la Cuba contemporánea: la caldosa. En los solares de La Habana se coloca una gran cazuela (potager) donde los vecinos colocan trozos de yuca, boniato, una cabeza de cerdo, una malanga, granos varios, en fin, lo que tengan. El resultado es infernal nada más que de imaginarlo. La mezcla de grandilocuencia y kitsch no se hizo esperar en el catálogo, obra del comisario y factótum, folleto para atesorar. Es una descripción estilo Atelier Joël Robuchon para una caldosa.

La museografía (diseño de exhibición) es pasmosa y funciona a través de un binomio. Una pared para los consagrados: Balart, un semi-abstracto de Porto, una geometría de Carreño, Enrique Gay García y, por supuesto, Aldo Menéndez. En el rinconcito de la oficina una joyita de Carulla, verdadera sorpresa que nos recuerda su digna carrera y la necesidad de rescatarlo. En otra pared, pintada de un color chocolate insensato, al doblar, la barranca de todos. Como el comisario no cree en letreros de identificación, el visitante tiene que adivinar. Los títulos y las fechas brillan por su ausencia aún en el catálogo que olvida la página de obras en exhibición y los calces de foto. El narcisismo es patología.

Los comisarios de exhibición hablan de las razones de su propuesta, el contexto histórico y estético. Este advenedizo es lo más descaradamente autorreferente: “Como curador alego que no estoy inventándome una moda”. Continúa con más, ”aunque no sea ésta la intención de la muestra, el título que surgió al calor de esta reflexión me gustó tanto que lo dejé”. ¿Se habrá percatado este señor que su rol discursivo dista de ser cartesiano y que su trayectoria reflexiva es sumamente aburrida?

La dedicatoria a Jesse Ríos que aparece en el catálogo es de la prosa más chabacana y narcisista que he leído. Sorprendente es que la administración permitiera su publicación salvo que le dieran carte blanche al parlanchín. Para los que conocieron a Jesse podría parecer manipulación dedicar la exhibición al fallecido pintor y tener sólo una obra de su autógrafo.

“Se trata de un pequeño experimento: de invitar a participar a artistas que por lo general han seguido la línea ‘de un realismo sin riberas’, a que se introduzcan lo más posible en el campo de la abstracción sin dejar de ser quienes son”. Ese no es el caso porque, por ejemplo, Bencomo siempre ha sido no-representativo y la pieza de Castro dista de ser abstracta. El experimento es en principio fallido. Dígale a Cage o a Corigliano que compongan una Chaconne estilo Bach. El resultado no es genuino si no emana coherentemente de su vocabulario y su sintaxis. Es más creo que le mandarían a paseo. ¿Quién pediría a James Joyce escribir octavas italianas y sonetos? En el arte “not everything goes.” Los cubanos no captan la idea del límite.

¿De qué laberinto salió Lourdes Porrata, Adriano Buergo, Natacha Perdomo y Emilio Héctor Rodríguez? ¿Desde cuando un curador promueve su propia obra, la de su hijo Aldo Damián Menéndez y la de su amiguitos Carlos M. Luis y Baruj/Baruch Salinas? Parece que Carlos M. sufre del mismo mal del curador, su sapiencia no conoce fronteras: es curador, conferencista, poeta, pintor, enciclopédico, periodista, catedrático del seminario de sacerdotes. ¿Habrá algo que el ex profesor del Padre Alberto no intente? También he visto certificados de pinturas de la vanguardia cubana firmados por el ex director del Museo Cubano. Todo esto emana, ojo, de su amistad con Lezama Lima. ¿Estará convenciendo a Gloria Leal para escribir sobre este disparate en una columna dominical de El Nuevo Herald?

Que Cuenca se preste para este fárrago no me sorprende pero ni Gustavo Acosta ni Glexis Novoa incursionan seriamente en el arte no-representativo ni necesitan sumarse al bazar. Como vive en Montreal, Mario Bencomo está al margen que su obra se colocó debajo de un bar y se mostró con los benjamines alumnos de Baruj/Baruch Salinas y el hijo del comisario, práctica típica del “sociOlismo” cubano. Ni Gelabert ni Glexis ni Acosta ni Mora ni Castro ni la propia esposa de Menéndez, artista seria, tienen que integrar la comitiva de estreptomicinos.

El espacio Cremata en su trayectoria ha tenido logros notables: el redescubrimiento de Bruno Venier, vanguardista veneciano-argentino, traer a Miami la obra de Benito Quinquela Martín, uno de los pintores consagrados latinoamericanos que aparece en la colección Fortabat y cuyas obras se venden en casas de subastas, la seria exhibición de Francisco Sánchez, la próxima monográfica del hispanocubano Hernán García. Participaron con éxito en ARTEAMERICAS. El proyecto Aldo Menéndez fue una ruleta rusa que les costó credibilidad. Aprenderán a no confiar en las dos urracas: Carlos M. y Aldo Menéndez.

Hay muestras cuya raison d’etre es avalar: en este caso utilizar la abstracción de maestros como Balart, Enrique Gay García, Guido Llinás y Agustín Fernández para buscar status a la mediocridad y los farsantes.







12 de diciembre de 2009

Triste episodio de las Damas de Blanco aquí relatado por Giovanni Boccaccio

Triste episodio de las Damas de Blanco
aquí relatado por Giovanni Boccaccio

Justo J. Sánchez

AGRADECEMOS LA DIFUSION QUE HA RECIBIDO ESTA NOTA AL APARECER EN EL BLOG DE EMILIO ICHIKAWA, EN TUMIAMIBLOG Y EN CUBANET. AGRADECEMOS DE LA MISMA MANERA TODOS LOS COMENTARIOS RECIBIDOS DE LOS LECTORES DE YOANI SANCHEZ.

Cuando más agraciadas Damas de Blanco, pienso cuán piadosas sois por naturaleza, tanto más conozco que el presente relato tiene a vuestro juicio un principio penoso y triste, tal como es el doloroso recuerdo del pestífero episodio por vosotras pasado, vergonzoso y digno de llanto para todos aquellos que lo vivieron o de otro modo supieron de semejante acontecimiento. Pero no quiero que por ello os asuste seguir leyendo como si entre suspiros y lágrimas debieseis pasar la lectura.

Transcurrían los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios llegado al número de dos mil nueve cuando a la egregia ciudad de San Cristóbal de La Habana, nobilísima entre las urbes del Cuarto Mundo, llegó una fetidez insoportable. Arácnidos inenarrables, enormes batracios que con crustáceos llegaban de los barrizales de Cojímar y desde Batabanó eran poseídos por extraña ira e imaginaciones febriles. Reptiles e insectos de especies varias hacían su entrada desde la Ciénaga de Zapata y al contacto con la virulencia, se unían a la violencia instados por sabuesos y mastines del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas que a la sazón “trataban” los asuntos de Yoani Sánchez y las Damas de Blanco.

Aquella ola de calor que sobrevino sobre La Habana durante el mes de diciembre hizo que de los cuerpos sudorosos de los lumpenproletariat emanara un humor aún más fétido. Unido a los vapores de los animales y de los turistas (taxistas alemanes, camareros italianos en pos de Eros) salir a la calle –no sólo a una valiente protesta sino a cualquier cosa- era enfrentarse a la pestilencia mortífera.

Oí a una persona digna de fe, que en una venerable iglesia de mañana, no habiendo casi ninguna otra persona, tras los divinos oficios se encontraron varias mujeres, todas entre sí unidas o por amistad o por vecindad o por parentesco, o por tener familiares encarcelados, discretas todas y adornadas con ropas blancas y honestidad gallarda. Se reunieron y comenzaron a discurrir sobre la condición de los tiempos, muchas y variadas cosas. Luego de algún espacio, callando las demás, así empezó a hablar una de ellas:
-Vosotras podéis, queridas señoras, tanto como yo haber oído muchas veces que a nadie ofende quien honestamente hace uso de su derecho. Natural derecho es de todos los que nacen ayudar a conservar y defender su propia vida, y concededme esto, puesto que alguna vez ya ha sucedido que, por conservarla, se hayan matado o encarcelado hombres sin ninguna culpa. Y si las leyes, a cuya solicitud está el buen vivir de todos los mortales, ¡cuán mayormente es honesto que, sin ofender a nadie, nosotras y cualquiera otro, tomemos los remedios que podamos para la conservación de nuestra vida!

Dicho esto y marcándose ese día la Jornada de los Derechos Humanos, decidieron hacer una marcha ordenada y pacífica para recordar a sus familiares injustamente en el presidio.

Con sus ajuares recién almidonados y su sutil esencia de violetas salieron las Damas a su pesquisa: ofrecer su testimonio de esposas, madres, hijas, hermanas de presos. Armadas con lirios gladiolos y rosas, extrañas alimañas las esperaban.

Entre los cocodrilos, un mulato grueso vociferaba:
-¡Que se vaya la gusanera!

Salió de los sapos un “pinguero” con camisa roja para propinar empujones a las Damas de Blanco. Tenía que regresar a la beca el domingo.

El olor a sudor, barro, mugre, los gritos de las fieras y el proletariado amaestrado no pudieron amedrentar a las Damas de Blanco aún si el espectáculo asustara a la propia fauna. Se cuenta que en el barullo varios ideólogos fueron atacados por cocodrilos y culebras. Un vocero de la embajada inglesa fue víctima de la plebe anárquica y se recupera de mordidas, golpes y un “nervous condition.”

Al día siguiente levantándose y recobrándose de sus heridas se fueron las Damas a un prado en que la hierba es verde y alta y el sol no molesta. Allí, donde se sentía un suave vientecillo, todas se sentaron en corro para hacer reflexión:
-Como veis, el sol está alto y el calor es grande, y nada se oye sino las cigarras. Aquí es bueno y fresco estar. Pero si en esto se siguiera mi parecer, no en otros menesteres que novelando (con lo que, hablando uno, toda la compañía que le escucha toma deleite). Cuando terminaseis cada uno de contar una historia sobre el día de ayer o los actos de repudio a los que sometidas estamos, el sol habría declinado y disminuido el calor, y podríamos sacar provecho de ello”.- Las mujeres por igual alabaron el novelar.

Llegará la morralla enardecida a Miami, tarde o temprano. Los jefecillos de turno pasarán por María Elvira Dead u otras emisiones televisivas. Afirmarán que “siempre estuve en contra de aquello”. Al año, con residencia en mano, regresarán a transitar aquellas calles, esta vez escondiendo la fetidez con productos higiénicos norteamericanos y escandalosas colonias sintéticas. El episodio de las Damas de Blanco será sólo un vídeo de archivo o una herida en un cuerpo de mujer.

7 de diciembre de 2009

Ahora todos saben de arte

Archipenko, Torso, 1914


Ahora todos saben de arte

Justo J. Sánchez

SE PUBLICA EN EL BLOG DE EMILIO ICHIKAWA


Tendría que haberme dado la vuelta. Aquello no pintaba bien. Sylvester Stallone, maquillado, charlaba animadamente con el dueño de una galería suiza. El enano italoamericano, actor y pugilista es ahora pintor. El arte y el comercio desconocen fronteras.

Una delicada escultura de Giacometti recibía a los invitados. Con su sutileza y delicadeza, con verticalidad estilizada -¿espiritual?- le pasaban por el lado, taconeando, faroleando, sin reparar en el mundo enrarecido que creaba dentro de su caja de plexiglás.

- ¿Qué fiesta haces? – Desconocía la acepción de “hacer” para asistir a una fiesta.
- ¿Cómo?
- Sí … después de esto
- ¿Vas a Art Nexus?

Recordaba el baturrillo de “Latin-Trash” de años anteriores. Las “chachas” de la dueña gustan hacerse rogar las invitaciones y verifican una y otra vez en listas y listas (que nada tienen que ver con las de Umberto Eco en el Louvre). El colmo de mal gusto fue el “ego-fête” que le hiciera la Birbragher a Jorge/George Pérez el año pasado en el Icon, antes de conocerse sus mega-deudas. No. Estaba rodeado de arte serio para bailar en los lodazales del subdesarrollo y bandejas paisa.

- ¿Viste a Calvin Klein? ¿Regresas a Design Miami?
- No, costureros y decoradores ya nos sobran en Miami.

Durante la tarde del vernissage, una de las primeras obras que abrió el camino de las ventas fue una escultura de Naum Gabo perteneciente a una galería londinense. Mi amiga Mary Anne Martin trajo un exquisito Rufino Tamayo, El helado de fresa, del 1938. La madrileña Galeria Leandro Navarro mostró una singular escultura de Torres García con su cuadro acompañante, pertenecientes ambas a la hija más joven del artista. La escultura de madera delata los primeros tanteos con el Constructivismo y es anterior a su época de manufactura de juguetes en Barcelona. Helly Nahmad deleitaba con una gran monográfica de móviles y una pintura (La odalisca) de Alexander Calder. La trayectoria del artista a través de los años quedaba bien delineada y documentada.

Una serie de dibujos de Picasso del 1928 se separaron por primera vez de un cahier (libreta de notas) dejando patente la tridimensionalidad dentro de la imaginación surrealista. Deleitaban por su elegante y firme trazo: sin titubeo. Los bocetos desnudan el proceso creativo del malagueño.

Hopkins Custot de París no trajo esta vez la acostumbrada amplia selección de Magrittes y Delvaux de otros años. Sí, efectivamente, hizo muestra de un gran Yves Tanguy. Dentro de la oferta de la Galerie Thomas de Múnich descollaba una escultura de Archipenko, estilizada, estandarte del Modernismo elegante.

Marlborough, era de esperar, mostraría un Francis Bacon, pero la sorpresa la guardarían en una esquina: un Magritte raro e inquietante (vendido durante el segundo día de la feria) así como un Retrato de Inocente X aprés Velázquez por Julio Larraz. El cubano imprimió con maestría fiel a su lenguaje, un enigma encarnado variando solamente la pose del sujeto y captando la dureza del personaje y su majestuosidad. La obra, imponente, se vendió la primera noche y fue recogida por el cliente el segundo día de la feria.

- Oye, vamos p’al VIP.
- Es que no estoy cansado todavía.
- Dale, dale… un champancito. Llevo tres días alcoholizado y ya ni veo.
- ¿Cómo es eso?
- Todos mis amigos de Caracas están aquí y todos estamos llorando miserias. Que me quitaron el banco … que Chávez me intervino las tierras … que si un departamento … que si este Soto fue mío. Nos tomamos un vino aquí, un champán acá y una merienda con vino y champán. Ya ni sé lo que he visto.

Por fin lo que veo es un Walton Ford. ¡Una sola pieza en la feria entera! Después del libro de Taschen se hace difícil encontrar obra de este ya legendario creador norteamericano. Una acuarela botánica, relativamente pequeña oscilaba entre los $140,000. Los valía y, efectivamente, se vendió. El cubano Francisco “Guanabacoa” Sánchez produce su opus inspirado en Walton Ford y en Carpentier, El reino de este mundo así como en L’année dernière a Marienbad. Su exhibición en el espacio Cremata fue materia de artículos y conferencias.

En Art Miami, las fotos monumentales de Michael Eastman transportaban al visitante al Milán de la antigüedad clásica. El imponente Rufino Tamayo de mi ex vecino León Tovar hacía admirar a todos su magia cromática así como los insólitos personajes que pululaban el mundo de este gigante azteca. Los Cernuda hacían gala de importantes Lams pero era el Mario Carreño (Frutos del mar) así como un papel de Amelia de su época parisina que llamaban la atención por su rareza. Un óleo pero, más aún, un dibujo de Leonora Carrington en Tresart de Coral Gables pasaban inadvertidos en la noche de apertura. El sevillano Salustiano tiñó a Miami de rojo con tres exhibiciones: en el Frost de FIU, con su marchand suizo en Art Miami y en Art Rouge (muy apropiado) del Design District. Vicky, la hija de María Luisa, fallecida y querida amiga, ostentaba un ex apparatchik de Abel Prieto, Ministro de Cultura de una isla mitológica y estalinista. El mancebo era tan primitivo como la isla. Me aburre esa especie zoológica.

El otro día me dijeron:
- Esta feria me gusta más que la del “Conventional Center”, me dijo un corredor de bienes inmuebles.
- Ahhh ¿sí? ¿Conventional? ¿Conventional Center? Tienes razón. Yo, "conventional", no.

Es que quizás lo único que haga convencionalmente sea el vestir, quizás tratar de expresarme con precisión o mi pasión por el arte. Algún árbitro (¿Osmel Sousa?) ha hecho creer a los gordos, a los OBTs (Over the Bridge and Tunnel) que tanto frecuentan esta ciudad desde Nueva York, a los presque arrivés, que lo máximo en elegancia masculina es llevar la chaqueta sobre una camisa sin corbata que a su vez estilan siempre por fuera del pantalón. Si es una camisa de etiqueta (tuxedo), pues más elegante y chic en su demencia. Si el cuello se alza por sobre una chaqueta de pana o satén, es materia de delirio. Si el pantalón que llevan bajo el ya descrito disparate es un “jean” y ostentan zapatos de seudo-cocodrilo, salamandra, lagartija tuerta, o aún más, animales que no existen en la fauna terrestre, mejor aún, mientras que la camisa esté por fuera y las punteras de los zapatos, infinitamente estrechas, sean tortura al caminar. El reloj masculino tiene que ser lo más aparatoso posible y ha de ser grande, enorme, como la versión masculina del bling-bling.

Hagamos una prueba: pregunte hoy ¿cuál fue su obra favorita de las ferias? a cualquier de los allí presentes. Insístale en que precisen la razón. Quedará de una pieza. ¡No saben! La experiencia ya se olvidó. ¿Por qué? Porque la experiencia fue sobre ellos y no sobre el arte. La constante fue la auto-conciencia que ni por un momento se desvió hacia algo tan abstracto o tan extranjero, fuera de su propia problemática, como un documento estético.

Veamos aún los reportajes. El periodismo cultural en Miami es penoso. Con las obras maestras que se encontraban en las ferias, nadie se tomó el tiempo de mencionar ni el Giacometti ni el Rothko importantísimo de su período joven (anterior a los cuadriláteros que flotan), ni el Archipenko, ni el extrañísimo Torres García. Tuve el honor que un sans-culotte me hiciera un acto de repudio por mis escritos frente a una pintura de Le Corbusier. El sans-culotte lucía zapatos negros y blancos de un material o substancia extraterrestre. Todos se sumaban a trivializar la experiencia. Todos hablaban más de los compradores, las fiestas y las estrategias paparazzi.

La vanidad es la antítesis de la experiencia artística. Así como uno no puede llegar con copas de champán a una conferencia de Roland Recht en el Collège de France o de Keith Christiansen al Institute of Fine Arts, cada encuentro musical en un recital o con una pintura en una pinacoteca es el inicio de un diálogo profundo. Ante un Giacometti o un Picasso o la magia de un Carrington no se pavonea. Sería la misma necedad de tontearle a Recht o Christiansen. Se acerca uno con honestidad -no reverencia- al proceso de descubrimiento y autodescubrimiento, a romper barreras, reconociendo lenguajes y abriéndose a fantasías. Para emprender esa larga y apasionante travesía, de la que no hay regreso, habría que despojarse del pesado “yo” y de esos incómodos zapatos de reptil desconocido.