29 de noviembre de 2012

El Macho y su revolú


El Macho y su revolú
 
 Comedia para los que consumen culebrones por los medios explotadores


"Mujeres pelean por Macho Camacho”, se lee en un titular del diario El Nuevo Día. Las cámaras de Univision y otras cadenas de televisión prontas registraron la escena de una de las viudas haciendo su entrada al velatorio. Enfurecida chillaba: “recojan a esta puta”.  Para beneficio de la teleaudiencia hubo una intervención escénica inmediata por parte de la policía, los dolientes y los encargados de la funeraria.  La joven Cynthia Castillo, mientras tanto, se expresaba: “soy la pareja fuerte del Macho y a la que no le guste que no se lo coma”. La madre del difunto explicaba: “esa muchacha es peligrosa, esa muchacha la policía la estaba buscando”. En una sociedad patriarcal, las mujeres enloquecen aún ante el hechizo del falo Camacho, tatuado con un unicornio.   Frente al lente de los camarógrafos un antiguo pugilista y un promotor de New Jersey llegaban a un enfrentamiento físico por establecer cuál de los dos tenía mayor proximidad al difunto.

Mientras que en las subastas neoyorquinas de arte latinoamericano, los artistas puertorriqueños alcanzaban cifras muy respetables por sus obras, la prensa vendida al capital imperialista explotaba el “revolú” de los marginados. A Puerto Rico se le castiga por tener una figura importante en el deporte. Puerto Rico puede producir salsa, reguetoneros, actrices de telenovelas, reinas de belleza y esos del 47% que reciben "welfare". El actor José Ferrer, ganador de un Oscar por Cyrano de Bergerac, Justino Díaz, barítono de ópera, el pintor Francisco Oller, alumno de Madrazo y amigo de Cézanne pasan a un segundo plano. La tierra de Julia de Burgos, Luis Palés Matos y Enrique Laguerre ofrece puntaje y entretenimiento. Ahora la propia prensa puertorriqueña se suma a la burla del que llamaron una gloria. No reparan en el hecho que murió gracias a las paupérrimas condiciones sociales.

Cuando un pueblo vive en la traición a los ideales de Eugenio María de Hostos y Pedro Albizu Campos y permitió la ley 53 (la Ley Mordaza), no sorprende que los medios extranjeros y la prensa nacional -vendida a los yanquis- exploten con impunidad a los pobres y les vuelvan payasos. Un pueblo que vive en la ley 600, en la ambigüedad que pertenece a Estados Unidos pero no es Estados Unidos, carece de identidad. Permite a todos mofarse e injuriar con impunidad. Un pueblo que permite la homofobia de “La Comay”, permite que utilicen a sus mujeres para hacerlas hazmerreir de los consumidores de culebrones. Aquellos que se han prestado para que el velatorio de un humilde boxeador puertorriqueño sea una comedia, son los mismos anexionistas que entregarán la isla sin mayor reparos a Estados Unidos, los que permitieron que las Fuerzas Armadas hicieran de Vieques un infierno.

Que aprendan en Puerto Rico el respeto propio. Que velen por la dignidad de los pobres y no contribuyan a la manipulación neocolonialista que quiere minimizar y hacer bufones de los hispanos.

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6 de noviembre de 2012

Elecciones: Circo y bazar

Anuncio de trata de esclavos

Elecciones: Circo y bazar

            Monárquico y hermafrodita. Ateo e hijo de mulata. Así caracterizaba el electorado frenético a los candidatos John Adams y Thomas Jefferson en las elecciones de 1800. Andrew Jackson fue tildado de asesino por sus contrincantes. No hemos cambiado mucho. A Barack Obama le han crucificado con tres “m’s”: moro, mulato y marxista. Los que se asen a las teorías de complot buscan nexos de comunismo hasta con el inteligible Roberto Mangabeira Unger, catedrático en Harvard. Mr. Peluca, Donald Trump, Republicano enamorado del ridículo y vocero de los Toma-Té, reclamó por mucho tiempo el certificado de nacimiento. Herido al verse bufón quiere comprar el certificado de notas de Columbia y el pasaporte presidencial.  En la trata de esclavos, se compraban negros bayos con papeles. El empresario Mark Cuban le reta a afeitarse las ralas greñas por la suma de un millón de dólares. Fue el londinense The Guardian quien descubrió, citando varios estudios, el cariz racista de estas elecciones. Pusieron los británicos el dedo en la llaga.

            El Partido Republicano con estrategia sagaz pudo movilizar a los blancos de bajos ingresos o desempleados (dígase “crackers, red necks y White trash”), víctimas de la crisis creada por Wall Street y la política anti-regulatoria Clinton-Bush, para descargar su ira contra un blanco negro. Sí, ¿qué mejor blanco que un negro “asomado”, graduado en Harvard, galardonado con el Nobel, con nombre raro, articulado, profesor de derecho constitucional, director del Harvard Law Review? Eso no es permisible. ¿Cómo se ataca? Atacando su legitimidad. No es americano. Es comunista. Es musulmán. Es anti-Israel. Lo botaron del colegio de abogados. Es amigo de terroristas. Quiere destruir nuestra nación. Las teorías de complot que narran los Toma-Té, los “birthers”, Rush el “pastillero’, Glenn “pizarrita”, Sean “pelotica” y sus discípulos constituyen material para Las mil y una noches. La enloquecida Ann Coulter, represión y penuria erótica personificadas, no podrá tomar el rol de Scheherezada.

            En las críticas a la gestión Obama poco he escuchado sobre la naturaleza de este ciclo económico. ¿Cuándo se llegó al seno de la contracción ¿Tuvimos una recesión de doble fondo? ¿Estamos en presencia de una recesión de 8 años? ¿Cómo es que se transmitió una crisis financiera causada por especulación en bienes raíces con tal rapidez? ¿Qué nos dice de los instrumentos de inversión en el Primer Mundo? ¿Cómo podemos comparar lo que pudo hacer Barack Obama negociando con el Congreso con lo que logró el Presidente Roosevelt en sus famosos Cien Primeros Días? ¿Qué se ha hecho para evitar la debacle de Wall Street? ¿Qué podemos hacer para hacer una reestructuración económica que nivele y traiga una nueva demanda al mercado laboral estadounidense? ¿Qué podemos hacer para curar la parálisis legislativa que nos afecta pero que las campañas acentúan? ¿Tiene algún partido la entereza de enfrentarse a los efectos que causan los cabilderos y los Comités de Acción Política? ¿Tiene algún partido el valor de enfrentarse a la posibilidad de una reforma moral a nivel gubernamental? Todos estos temas brillan por su ausencia.



George Bellows, La pelea



            El así llamado análisis mediático tanto en CNN, Faux News y MSNBC se convierte en invitar a así-llamados expertos que confirmen la tesis ideológica de la cadena o que puedan vociferar. Los debates presidenciales se convirtieron en espectáculos pugilísticos dignos de Mike Tyson (¿von Thyssen?). Poco faltó para que pidieran a Paul Ryan morder una oreja al risueño irlandés Biden. Vimos en Mitt Romney una nueva dolencia neurocognitiva: Romnesia. Ojo, que Barack no se presentó libre de errores y necesitando ajustes según “Fact Check.” Ojo también que Barack descubrió la legitimidad de los matrimonios gay gracias a su Vicepresidente y, convenientemente próximo a su campaña. Fue también cuando tomó las riendas del proyecto que dejara inerte Marco Rubio e hiciera valer su poder ejecutivo con el “Dream Act.” Ojo que si los hermanos Koch y Adelson son plutócratas nocivos para los intereses nacionales y empujan la campaña Romney, Barack Obama ya no es aquel idealista de pequeñas contribuciones, ídolo de estudiantes y jóvenes. Cuenta en la actualidad con ricachones como James Simons, multimillonario especializado en fondos de protección e Irwin Jacobs, capitalista de inversión en California. Adiós a los que ven comunismo en el Presidente.

            El odio es una afición desordenada. Engancha con el mismo poder que cualquier otra adicción. Todo tipo de fenómenos de circo: “el hombre cerdo”, “la mujer araña”, “el tarugo”, “el híbrido maravilloso”, Karl Rove, Rush Limbaugh, Ann Coulter crean en su público un estado de dependencia. Los estrategas de mercadotecnia confeccionan un credo que repiten en liturgia religiosa. Cada emisión confirma la validez de ese credo. Cada noticia se edita para confirmar los axiomas establecidos. La desidia Demócrata permitió que los circos se hicieran espectáculos locales a partir de las asambleas “Town Hall” que comenzaron durante la discusión nacional sobre la salud pública. Ya el reino de los bufones, payasos y fenómenos fue ganando territorio. Se ganaba terreno armados con el odio, el racismo y la posibilidad de encontrar una nueva causa –negra- para la recesión económica.
James Ensor, "Intriga"
 
            La amnesia americana pronto hizo olvidar al electorado el otro circo ambulante: los candidatos Republicanos. ¿Se puede olvidar a Rick Santorum y a Michele Bachmann? ¿Quién puede olvidarse del pelo de Calista Gingrich y la cuenta en Tiffany’s? ¿Quién puede olvidarse de Rick Perry? ¿Quién puede olvidarse de las pizzas y los amoríos de Herman Caine? Con esa lista es para buscar a Ralph Nader. Todo es fabricar una marca, un logotipo y venderla.

            Vive uno en una cápsula. Los grupos sociales se unen nexos de cariño (en el caso de amistades que se tienen de niño o de juventud), de intereses, profesionales, familiares. Me precio de tener en mi red social amistades de todo el mundo y compartir artículos, vídeos, fotos de pinturas, ideas, reacciones ante las noticias. En pocas ocasiones he sentido mayor tensión. Si bien mi red tiene una tendencia a las ideas progresivas, he podido atisbar, gracias a una amiga presidenta de una agencia consultora, un mundo totalmente ajeno: el mundo de Rush Limbaugh.  De primera mano he podido experimentar la letanía –sin el menor síntoma de curiosidad- del evangelio Limbano. Aún cuando se exponen las falacias y las mentiras con  documentación que está a simple vista en la Red, prosiguen con fe ciega de un eslogan a otro. Aún cuando se le muestra material de fuentes conservadoras como The Economist y The Financial Times, prosiguen como gallinas escandalosas en cacareo ensordecedor sin atender aquello que pueda crear interferencia. No les importa que les manipulen. Vidas tan vacías son difíciles de imaginar. El racismo se mezcla con la consideración de “marca” (brand) en el bazar de la política. En muchos casos, existe tal inseguridad social o tal necesidad de legitimidad que la marca Romney/Ryan, las actividades recaudatorias, las fotos con personas del Partido Republicano constituyen un pasaporte al Paraíso, el ansiado status. En estos casos, tal como llevar esos adefesios Louis Vuitton o las “C” que son “cutre” pero pueden ser “faux Chanel”, viven estos pobres la ilusión de inclusión dentro de una élite soñada. Lo que pasma es el mercadeo, la falsa conciencia, el enajenamiento en que viven escasamente como mediana burguesía, les hace someterse y adoptar los criterios del acaudalado 1%. Han perdido auto-consciencia.

            ¿No lo hacen los Demócratas? Por supuesto y con el peligro del fariseísmo. Una vez en el poder, quiero ver a los beneficiados por el “spoils system”, ése que beneficia a los que trabajaron en las campañas, mantener la misma cordial conexión con el pueblo. Bob Grahams hay pocos. ¿Cuántas oportunidades de fotografías van a tener con el Presidente? ¿Cuántas veces van a ver a David Axelrod? Algo hay de esperanza en una segunda gestión Obama. Hombre consciente de la historia y del carácter único de su presidencia, sabe que ha de forjar en estos cuatro años un legado muy especial. Cabe esperar en un segundo mandato –si es electo- el liderazgo que lleve a aquellas promesas que llegaron con el idealista catedrático y joven Senador a la Casa Blanca.