Día Internacional de la lucha contra el SIDA
Un lazo rojo en la Casa Blanca
Su diferencia les llevaba a la muerte. Ser gay, eufemismo para homosexual o lesbiana, no es opción, no es ser artista, poeta, couturier, o emular a Oscar Wilde. En esencia, es compartir intimidad afectiva y erótica con una persona del mismo género. El aislamiento y castigo de ésta población la ha llevado del armario a la inestabilidad y la lujuria.
Las protestas del 1968 y la revuelta de
Stonewall abrieron a la comunidad gay ciertas zonas de tolerancia: Greenwich
Village en Nueva York y Castro Street en San Francisco. Los bares, cuartos
oscuros y saunas extendieron los límites de la promiscuidad como reacción al
paradigma victoriano que se dejaba atrás. En 1981, el Dr. Lawrence Altman desde
las páginas del New York Times anunciaba
al mundo la presencia de un “Raro cáncer entre los homosexuales”. Se denominó
Sarcoma de Kaposi.
Ronald Reagan recién tomaba la presidencia de
Estados Unidos. La ultraderecha evangélica aprovechó para ver en el virus un castigo ante la conducta inmoral y contra natura. La campaña homofóbica de
Anita Bryant en el 1977 quedó grabada en la memoria colectiva. El Presidente mantuvo silencio sobre la epidemia hasta el 1987. Al tanto estaba el Primer Mandatario, según Michael Bronski, de los influyentes pastores Jerry Falwell y Pat Robertson. Contaba con el
apoyo de William Dannemeyer y Jesse Helms en el Congreso y tenía a Gary Bauer y William Bennett como consejeros en la Casa Blanca.
Las disciplinas científicas aplicaron un lenguaje
clínico y antiséptico. Con pocos recursos lograron identificar el virus y sus
causas si bien no han podido lograr una cura o un medicamento preventivo en
estos últimos treinta años.
La militancia de activistas como ACT UP, el
“Memorial Quilt” y otras organizaciones pudieron abrir brechas y atraer la
atención pública a una comunidad doblemente estigmatizada. Antes que Elizabeth
Taylor y los “socialites” hicieran del AIDS una causa filantrópica, los
enfermos, los artistas y los marginados hicieron valer su presencia. Después
vinieron los burgueses, los fotógrafos y los trepadores sociales. Recuerdo a la
dueña de una revista de vanidades preguntarme: “Justo, ¿vas a lo del SIDA? Sí, eso del SIDA
es fabuloso”. Uno de los primeros
eventos recaudatorios en el sur de la Florida (por supuesto, para niños
enfermos, nunca para los “maricones”), fue bautizado el “Sidagala”.
El virus ha desafiado a los epidemiólogos,
biólogos, farmacólogos y otros expertos. Las reacciones políticas van desde los
sidatorios en Cuba al silencio de Ronald Reagan. La comunidad científica va
desarrollando nuevos protocolos que llenan de esperanza a los pacientes pero
son paliativos para extender la vida, inhibiendo la proteasa, elevando el nivel
de células T y evitando las enfermedades oportunistas.
La enfermedad ha sido estandarte de
contra-cultura y rebelión. Muchos que se asocian a la recaudación de fondos o
cuidado de pacientes adoptan piedad franciscana tercera orden y corrección política. Con Elizabeth Taylor y Michael Jackson, Hollywood y Nueva
York se adueñaron del SIDA. Lo que se consideró lepra se convirtió en la causa
de moda. En sus trajes de etiqueta todos
ostentan su lacito rojo como en el Medioevo se llevaba la cruz verde de la
Orden de San Lázaro de Jerusalén. Los males parasíticos que acompañan a la tragedia van
desde la maquinaria cultural (museos, teatros, galerías), los artistas
mediocres que buscan autenticidad y protagonismo, el mercadeo de productos, el
fraude en subvenciones gubernamentales, la manipulación a cargo de políticos y
empresarios, el fariseísmo en las donaciones frente a las cámaras y el melodrama televisivo para ganar puntaje e
imagen humanitaria.
La propia comunidad gay, olvidando a Harvey Milk y a los rebeldes de Stonewall, compite por guiar los autos más lujosos o las vajillas más costosas, pasan horas sudando para esculpir sus cuerpos en los gimnasios pero permiten salarios de seis cifras a los directores de las agencias benefactoras. Sus rebeliones consisten en salir sin camisa en los desfiles de Nueva York y South Beach. Para los burgueses, todo se reduce a auto-festejarse con entregas de premios en el marco de espectáculos mediáticos pro validación social.
La propia comunidad gay, olvidando a Harvey Milk y a los rebeldes de Stonewall, compite por guiar los autos más lujosos o las vajillas más costosas, pasan horas sudando para esculpir sus cuerpos en los gimnasios pero permiten salarios de seis cifras a los directores de las agencias benefactoras. Sus rebeliones consisten en salir sin camisa en los desfiles de Nueva York y South Beach. Para los burgueses, todo se reduce a auto-festejarse con entregas de premios en el marco de espectáculos mediáticos pro validación social.
Hoy cuando ondea un lazo rojo en la Casa
Blanca Demócrata que declarara no tener objeción al matrimonio entre las
personas de un mismo género, vemos como “la enfermedad gay” valió para
replantearse una compleja problemática. El lenguaje, la representación y las
comunidades que comparten una semántica se fueron entremezclando para lograr
una nueva dinámica que encara e interpreta, más que el SIDA, la comunidad GLBT.
El virus y el activismo político lograron el diálogo entre la ciencia y los
líderes de la comunidad gay, los artistas, los estudiantes, los medios de
comunicación y por último los poderes legislativos y judiciales. La plaga fue
una intervención y un sacrificio humano en aras de romper las amarras del
prejuicio. La comunidad tiene ante si magnos retos: no convertirse en un
segmento consumista del mercado, en un personaje “token” para Hollywood, en una
caricatura.
Ardua es la faena por lograr la legitimidad social y la igualdad de los derechos ciudadanos. Largo es el trecho por andar.
= = = = = = =
Dedico estas reflexiones al Doctor Rolando Fernández, mi leal amigo y hermano en
momentos de inocencia, travesuras, subversión y rebelión. Fue un lindo regalo de Cristo Rey y la Compañía de Jesús. Rolandito, si
alguien hace reír a San Ignacio eres tú. Gracias por Freud como nadie lo interpretó,
por Pachelbel, por la colina de Georgetown, por James Joyce y Proust, por
Andrea del Castagno, por Kiri Te Kanawa, por los Verdurin, por Gertrude Stein y Alice B. Toklas, por los diagramas de
Mortimer’s y el Versailles. Gracias por tu eterna juventud -en MG- y tu generosidad.
Por Michael Davis, heredero del encanto y genio de su señora madre, virtudes que compartió con sus hermanos. Por RHG, GB, RA, NA, MS, JB, Luis Rolando de Miró (Islamey de
Balakirev), Alexis y Nelson. Por todos los que se han marchado del Harvard Radcliffe
Gay Student Association. Por dos líderes que aunque no sufren de HIV/AIDS mucho han ayudado desde San Francisco. En Harvard fueron ejemplo de compromiso y militancia: mi gran amigo Maurice Kelly y el abogado Ben Schatz.
2 comentarios:
Este conmovedor artículo es un homenaje para todos los que ya no están con nosotros y los muchos que siguieron el trabajo del irrepetible Harvey Milk. También nos recuerda que hay que continuar la educación en las comunidades y continuar la lucha porque como dices, queda un largo trecho por andar.
Justo, somos tu y yo contemporáneos de aquellos extraordinarios y terribles tiempos. Tu articulo me ha traído un torrente de recuerdos...
Es increíble el pensar el precio que pagaron tantos de los nuestros por la ignorancia, intransigencia e intolerancia sufrida por los poderosos monigotes de aquellos tiempos.
Fui testigo de la desaparición de cinco de mis mas queridos amigos, personas queridas por todos y amistades que sin lugar a dudas por mi parte, estarían hoy tan cercanos a mi hoy como fueron en el pasado.
20 años es mucho tiempo para mantener el odio y rencores, para aquellos que por su apatía e intolerancia causaron tanto sufrimiento, tan solo diré que espero que sea verdad lo de- “No rest for the wicked”
Para mis queridos ML, DR, SS, AF & SG, tan solo tengo gratitud por toda la amistad y cariño, tantas aventuras y algarazas y tantas otras experiencias demasiado numerosas paras describir. Sin duda alguna haría todo nuevamente por estar juntos una vez mas.
Por otra parte, me preocupa el que aparentemente es entre adolescentes donde se ha pronunciado un gran incremento en sero- conversiones.
Cerrando los ojos, me parece oír …and the song plays on…
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