Comercio y
Vanidad: Art Basel y las ferias de Miami
Se desbordaron
las márgenes. El caudal de VIP’s atascaba las carreteras que conducen a Miami
Beach. Los suizos, que todo tratan de cronometrar, pensaron que separándonos en
jerarquías y orden de entrada, evitarían el caos. Olvidaron que algunos como
Micky Arison llegarían al selecto cóctel y visita para coleccionistas. Otros clientes
como Puff Daddy o Puffy Diddy o Sean Charles (como se haga llamar en la
actualidad) despliega su aparatosa máquina de seguridad para ser adulado por el
público.
No hay millonario
ni jeque que merite levantarse a las diez de la mañana. Leslie, amiga
neoyorquina, es radar que registra las obras importantes, los que están y hasta
los bolsos Birkin que llevan las damas. Se le ha advertido que como los coleccionistas
Bridge and Tunnel y miamenses, las Birkins que se vean después de las tres de
la tarde, de la China pasaron por Canal Street. The Art Newspaper se vio en la necesidad de abrir su edición especial
con un artículo en defensa de la artesanía que constituye el producto principal
a la venta: arte contemporáneo. En vista de los sonados desertores al
aparato que lo sostiene, el diario londinense daba prioridad editorial a su apología
“¿Quién le teme al arte contemporáneo?”
El New York
Times se sumó a la apología pro adefesios actuales frente a la crítica contra
el poder narcisista coleccionista y la influencia del mercado como criterio
estético. Como era de esperarse, Patricia Cohen acudió al almacén de los Rubell
a quienes bautizó "decanos del chispeante escenario creativo miamense". Todo es
cuestión de dar desayunos a la prensa hambrienta y cultivar la fama con esmero. Jason Rubell, sin conocer la condición de la
mayoría de los pintores y escultores, espetó, capitalista al fin: “el mercado
apoya los artistas”. Claro, cuando llegan al status de Damian Hirst o Takashi
Murakami. Olvida que la demanda se manipula con todo tipo de estratagemas, visiones, manipulaciones de mercadeo y trucos publicitarios. Añade: “es una industria que sin el comercio no existe”. Su weltanschauung no puede hacerse más evidente, se trata
de industria y comercio. El valor comunicativo, estético, psicológico,
como interrogación o misterio de una obra se hace a un lado. El padre, Don Rubell,
ginecólogo y ahora al parecer historiador de arte, apunta al diario neoyorquino
que los mecenas ricos siempre han existido “desde los faraones hasta los Medici”. Olvida el ginecólogo que ni los faraones ni los Medici se enriquecían especulando con obras de arte. No recuerdo museos o fundaciones donde se afanaran el Vaticano o la nobleza por mostrar su inventario aumentando el valor financiero del opus expuesto. No recuerdo
encargos a Vasari que resaltara ciertos pintores para otorgarles autenticidad. No se registran actividades autopromotoras chez Lorenzo de Medici, Amenhotep I ni Felipe IV con el fin de salir en listas de poderosos coleccionistas (el lunes Art and Auction hizo publicar la suya). No recuerdo a los D'Este ni a los Habsburgo ni a los faraones manipular el arte a beneficio de los bienes raíces en un segmento
geográfico de Luxor, Florencia, Ferrara, Urbino, Madrid o Viena.
Según ArtInfo.com se han divulgado cuatro ventas de siete cifras. Ponen el
promedio en las seis cifras bajas y cinco
cifras. Son aquéllos que compran a precios de “Black Friday” (remate) para
alcanzar o afianzar el ansiado status de coleccionista. Muchos que ya tienen
tanto invertido en este producto básico no tienen otra opción que sostener el precio
con más compras, prensa, fiestas con estrellas, status VIP y otras tácticas de mercadeo.
El arte como camino a la autenticidad
social funciona desde la época de los burghers (burgueses)
en Holanda siglo XVII.
Las ferias, nos
explican Braudel y Sombart (éste último apenas conocido en Norteamérica),
representan la semilla del capitalismo. En la época feudal coincidían con los
días feriados en el calendario católico. Se traían productos agrícolas y
artesanales a puntos clave. A partir de las Cruzadas, la seda, especias,
incienso y productos del Levante llegaban a los puertos italianos y a través
del tráfico fluvial a ciudades alemanas y de los Países Bajos. Las letras de
cambio y el desarrollo de la banca son consecuencias de esta
institución. De la misma forma ocurre en Art Basel con la banca. Presenciamos
su hermandad con UBS. Tal y como ocurría en las ferias medievales, se establece
una relación entre el artesanado y los comerciantes que participan en las
ferias, en este caso los artistas y las grandes galerías. La rivalidad existe entre los artesanos, los marchantes y los clientes por acaparar la atención.
En el Medioevo, los hermanos Limbourg retrataron el ambiente de las ferias rurales en las Horas del Duque de Berry. En el Barroco, David Teniers, los Brueghel y otros captaron con ironía su ambiente provinciano. Tal y como en Art Basel, las pinturas resaltaban la presencia de un aristócrata. En Miami toman fotos a los multimillonarios NetJet y a las estrellas de Hollywood. Poco ha cambiado.
Tal y como en las ferias del Medioevo donde todo estaba a la venta: patatas, productos artesanales, seda, lana, joyería, aceite de oliva, todo se vende en el marco Art Basel/Miami Beach. Durante la semana del arte, en sus fiestas se venden bienes raíces, anuncios y crónicas en revistas de arte, moda, muebles, boletos para fiestas de gala, servicios de acompañantes (las Natashas de las que escribiera el periódico El País), viajes a Cuba, limpieza de efectivo sin recurrir al Vaticano, mediante la afición al arte, mucho lente social (pagado) y Las mil y una noches. Claro que hay Mattas, Lams y Picassos a la venta, toneladas también de artefactos, quimeras bajo la rúbrica de arte contemporáneo. ¿Qué harán los Picassos, los Magrittes, el Chaim Soutine y el Rothko? Regresarán tras el embrujo de cinco días en Miami. “Recuerda”, me dice Marta, vecina en Manhattan y la playa, “Miami es un sortilegio para el que vive en el frío. Se atiborran los aviones en pos de un espejismo”. Lo dice tanto por la mercancía como por las oportunidades que creen encontrar en el área.
¿Cuál
será el destino de Miró, Max Ernst y Picaso, éste último lo
único de importancia en el prepotente emporio Gagosian? |
Los venezolanos y las élites mexicanas y colombianas continúan como clientela
fija en el renglón latinoamericano. Los brasileños son la nueva
presencia en el mercado. Los cubanos adornan, parlanchines. Si algo pueden
adquirir no pasa de los diez mil dólares. Los miamenses, engalanados, quieren vender
lo en otrora conquistado y mostrado en revistas. Siguen agasajados por el dúo
inverosímil del Gordo Molina (mole que corría tras Madonna) y Nina Menocal,
defensora a ultranza del condenado pintor pedófilo Agustín Bejarano. Esa es la
fiesta de las Cenicientas, de balseros a “socialites”.
Fine Arts
Auctions Miami tuvo una buena noche al vender un Monet, una escultura de Robert
Indiana y un retrato ruso por cifras millonarias. Se asociaron a un enano
maléfico que en su época tuvo subastas en un hotel y una
feria por donde se paseaba en un triciclo motorizado. Una hipótesis a considerar lee el "notianuncio" ("¿advertorial?") escrito por Janet Batet -¿agente publicitaria?, pregunto- en El Nuevo Herald: "Gary Nader, liderazgo en el mundo del arte". un penoso simulacro de periodismo cultural. http://www.elnuevoherald.com/2012/12/08/1360449_p2/gary-nader-liderazgo-en-el-mundo.html . Tal es la incompetencia que no se percataron que Fine Art Auction Miami no es de Gary Nader sino de de Fredric Thut como lo prueba su sitio en la red: http://www.faamiami.com/about_faam.php
Un actor que se
independizó del matrimonio Lester (pioneros con los Houghton de la industria y dueños de múltiples ferias) ha ido
puliendo su montaje y aumentado su altanería en proporción directa. Ha salido
en la portada de una revista francesa. El director de ArtMiami y su equipo han
sabido ensamblar un buen rival –realista y complementario- a Art Basel. De
todos los satélites y parásitos que nacieron a partir de los suizos, ArtMiami
ha sabido enraizarse en la comunidad, institucionalmente y con sus pocas
galerías de calidad, obviando la cancela de entrada a los suizos erigida por
Fred Snitzer. Las redes europeas se extienden y si los resultados no son
siempre felices, contribuyen una sana alternativa a las artesanías inauditas
que ofrecen los de Basilea. La feria ya
cuenta con dos tiendas de campaña y una tramoya para extrañeces. Funcionan con
el mismo sistema de VIP’s pero a menor escala que los del Centro de
Convenciones. El “bonitillo” actor frustrado sabe que en ArtMiami su clientela
no es Spiffy Daddy ni Brad Pitt. Conoce su mercado y escoge galerías que le
vendan alternativas sensatas a niveles de precio razonables.
Las ferias de yates, autos, ordenadores y arte continúan una tradición que dio comienzo al capitalismo. Los que necesitan del tipo de oferta que nunca llegará al Pérez Art Museum (antiguo Miami Art Museum) saben que anualmente los marchantes de trayectoria formal y juiciosa muestran Max Ernsts, Magrittes, Giacomettis, los Die Brücke, Claudio Bravos, Bacons, Riveras, Mattas y de Chiricos, entre otros maestros del modernismo. ¿Hay que aguantar las cascadas de VIP’s? Sí. Las ferias son festejos que celebran el consumo. El arte aún más pues es mercancía cuyo comercio apela a la vanidad más que al conocimiento y la historia. Se sabe que la producción de la última mitad del siglo XX y lo que va del XXI fluctúa con los ciclos económicos y los modismos. Los criterios fundamentales que guían a los compradores son la especulación a alto riesgo y la vanagloria de aparecer en las listas de "poderosos". ¡Por el museo que dura una semana, que siga el hechizo, la soberbia y los desvaríos!
Amelia Peláez, Naturaleza muerta en verde, 1947 en
ArtMiami y Roberto Matta, Morphologie
Pshychologique, obra antológica del 1938 en Art Basel. |
Las ferias de yates, autos, ordenadores y arte continúan una tradición que dio comienzo al capitalismo. Los que necesitan del tipo de oferta que nunca llegará al Pérez Art Museum (antiguo Miami Art Museum) saben que anualmente los marchantes de trayectoria formal y juiciosa muestran Max Ernsts, Magrittes, Giacomettis, los Die Brücke, Claudio Bravos, Bacons, Riveras, Mattas y de Chiricos, entre otros maestros del modernismo. ¿Hay que aguantar las cascadas de VIP’s? Sí. Las ferias son festejos que celebran el consumo. El arte aún más pues es mercancía cuyo comercio apela a la vanidad más que al conocimiento y la historia. Se sabe que la producción de la última mitad del siglo XX y lo que va del XXI fluctúa con los ciclos económicos y los modismos. Los criterios fundamentales que guían a los compradores son la especulación a alto riesgo y la vanagloria de aparecer en las listas de "poderosos". ¡Por el museo que dura una semana, que siga el hechizo, la soberbia y los desvaríos!
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