¿Por qué pierden la batalla?
Justo J. Sánchez
Me acaban de enviar un enlace que enumera las víctimas del Che Guevara, ícono de revolucionarios. La idea es genial para desmitificar al ídolo de rebeldes de café. ¡Qué lástima esté escrito por cubanos! Aquí la presentación:
“Ernesto Che Guevara no fue ningún abanderado por los derechos de los menos afortunados. Su lucha y sus aventuras guerrilleras sólo se basaron en ideas totalitarias comunistas que puso en práctica en Cuba y trató en Bolivia. Seguidores inspirados en esas ideas equívocas por toda América Latina, han desangrado a varios países aun después de su derrota y muerte, como en la Argentina, Colombia, Bolivia, Chile, Guatemala, El Salvador, Perú etc. Esta página está dedicada a sus víctimas en la Fortaleza de la Cabaña en los primeros meses de 1959, cuando llegaron al poder, utilizando el terrorismo y contando con la ayuda de los liberales del Departamento de Estado, la Unión Soviética , los tontos útiles cubanos y latinoamericanos como del periódico New York Times.”
Ni un aviso pagado por la revolución cubana llegaría a tener el mismo efecto de repulsión ante lo denunciado. Esa retórica hace del exilio cubano el hazmerreír en los ámbitos académicos, políticos y periodísticos. El que lee la verborrea puede reprochar al Che no haber utilizado los métodos batistianos de administrar aceite de ricino (Palmacristi) para purgar a estos seso-hueco. ¿Por qué no dejar que la crueldad del tanguero trasnochado hable por sí misma? ¿Por qué permitir que la Izquierda de consignas haga de Ernesto Guevara un personaje quijotesco, un James Dean hispanoamericano?
Sinónimo es el exilio cubano con la inmadurez política. Tomemos de ejemplo a la seudoparisina Zoé Valdés. Presenta un libro sobre Rafael Díaz Balart, Ministro del Interior del corrupto Fulgencio Batista (inscrito por cierto en su partida de nacimiento como como Rubén Zaldívar). El bastardo de Banes (el mismo pueblo de Díaz Balart) daba protección en Cuba y recibía compensación de figuras como Lucky Luciano y Meyer Lansky. La soez Valdés parece estar a la venta. Ni el programa Rosa Blanca ni la denuncia que formulara a su cuñado en el Congreso libraría a Rafael Díaz Balart de su carga como ministro de un golpista que prescindió de elecciones tal como el otro bastardo de Oriente que le siguió en el poder.
Mucho tiene el cubanoamericano que aprender del periodismo anglosajón. La documentación, imágenes, el montaje, producción y edición bien pensadas hacen holgar la palabrería. Si el exiliado se ha dejado robar su tribuna no es culpa del Departamento de Estado, ni el New York Times, ni intereses creados, ni la infiltración (que pueden tener su lugar). El exiliado, su incoherencia, histrionismo, protagonismo, falta de capacidad para la negociación crean un cerco alrededor de su trágica historia de abusos y dictadura.
La selección de audiencias para relatar su experiencia (en Miami predican al coro), la afiliación al elitista partido republicano que al final sólo ha utilizado sus votos, la separación de otros grupos hispanos y minorías, la paranoia y el estilo sermoneador garantizan su aislamiento. El cubanoamericano, aprovechándose de una coyuntura histórica de la Guerra Fría, goza aún de un status migratorio privilegiado. Ni las acciones terroristas de las FARC en Colombia, ni la inestabilidad y pobreza en otros países iberoamericanos, ni la dictadura de Chávez se han traducido en una apertura de fronteras tal como la que goza este grupo. Reciben asilo político al llegar a Estados Unidos sólo para atestar el aeropuerto de Miami en vuelos de regreso a la metrópoli represiva, fresca aún su tarjeta de residente. Con vuelos llenos a La Habana y otros destinos en la isla pretenden prohibir a los verdaderos norteamericanos la posibilidad de viajar que goza con impunidad este grupo minoritario. Reciben ayuda gubernamental de los contribuyentes al llegar al exilio sólo para pagar precios de Ritz, Place Vendôme a su regreso a la dictadura castrista. Nada de esto le consigue aliados.
El exilio histórico, en vías a la extinción, no cambiará sus métodos. El “nuevo exilio” no es político sino de oportunidad económica y rara es la voz detractora que con fuerza moral y peso intelectual podrá surtir un efecto internacional. El ejemplo de Las Damas de Blanco, los presos políticos, las mujeres, los blogueros, los valerosos que sufren huelgas de hambre han logrado más que todos los columnistas de El Nuevo Herald, pensadores y analistas que abarrotan los programas de “Maria Elvira Dead”, “A Manos Llenas” y los botelleros de TV Martí que no se ve. El simbolismo de esta estación cuyas emisiones no se ven es como la piedra de Sísifo que caracteriza los esfuerzos del exilio cubano.
El darwinismo del mercado y la fuerza de los años se encargarán de apagar a Pérez Roura y Ninoska. La Fundación Cubanoamericana rebosante de histrionismo en su tiempo será un asilo de señores bien. María Elvira y Oscar les quedará un tiempo para entretener con el último espía y la información rosa de cómo vive Fidel Castro y las novias de sus apuestos hijos. María Elvira ostenta hasta malas palabras en el aire, batalla por “ratings”. Mientras tanto, la crónica de la crueldad no se perderá gracias a algunos valerosos que desde Cuba constituyen un ejemplo de cómo narrar con valentía y dignidad.
2 comentarios:
No quedó títere con cabeza.
En neolengua rafter: Estas en talla, Justo. Cesar Beltran.
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