13 de marzo de 2012

Lucrecia al rescate de fiesta palaciega / Justo J. Sánchez


Lucrecia al rescate de fiesta palaciega



James Deering era un excéntrico millonario producto de Chicago y la fortuna International Harvester. Se hizo edificar un palacete en la Bahía Biscayne. Su estilo, bisagra entre la Edad de Oro y los años 20, llevó al Resurgimiento Mediterráneo en la Florida. Entre sus legendarios visitantes, el pintor John Singer Sargent realizó una serie de acuarelas “homoeróticas” usando a los jóvenes empleados afroamericanos como modelos.  


El viernes, el Club Kiwanis organizó una kermés digna de Pieter Brueghel en la Villa Vizcaya. Enormes calderos humeantes esparcían hedor a comida criolla por los parterres y grutas. Largas filas de comensales esperaban su turno para disfrutar las delicias caribeñas en platos de cartón. Juerguistas sudorosos se besaban y sobaban en el montículo dieciochesco. Los atuendos nocturnos incluían los que pavoneaban jóvenes empresarios con puros sin encender (accesorio de rigor), minifaldas en brocados metálicos y chorizos envueltos en cernidos modelos de guipur u organdí.  



'La fiesta campesina' de Pieter Brueghel y la kermés Kiwanis del viernes


La fiesta campesina de Pieter Brueghel montada el viernes podría leerse como una subversión a la elitista mansión, los viernes de Cuaresma y la asociación “The Vizcayans” gobernada por la trepadora social Norma Quintero, dueña de su propia revista de autopromoción. Nos revela una fuente que entre los fideicomisarios “The Vizcayans” una acaudalada familia debe su fortuna a la “Línea Psíquica Celia Cruz”.  http://www.elsalvador.com/noticias/edicionesanteriores/junio28/espectaculos/espec1.html .


No. La fiesta no fue un experimento democrático y pluralista. Entre los invitados se encontraba el Representante Republicano Connie Mack. Cornelio (su verdadero nombre) reafirmaría sus prejuicios de “Florida cracker” contra los cubanos. La prensa tuvo otro síntoma burgués. El fotógrafo de la entrada titubeó pero hizo la foto. Una periodista que mostró interés en captar la imagen a mi conocido acompañante manifestó reparos. Era necesario encontrar a una dama que posara con nosotros. ¿No pueden salir dos señores sin compañía femenina?


Con atino los Kiwanis seleccionaron su invitada musical de la noche: la diva cubano-catalana Lucrecia. Néstor Rodríguez, director de recaudaciones y estrategia en el Colegio de Belén y el promotor Omer Pardillo-Cid establecieron los nexos necesarios para hacer posible la presentación en el Vizcaya. Nominada al Grammy y al Oscar, con una establecida carrera europea y una brillante discografía que distribuye Warner, la cantante trajo de su repertoire una antología coherente con el medio y cronológicamente fiel a su itinerario como intérprete.


Lucrecia debutó en Miami con Paquito D’Rivera. Ha brindado recitales en el Gusman Hall de la Universidad de Miami, en una exclusiva fiesta de gala en presencia de los Estefan, Pedro Knight y Sara Montiel y recientemente conquistó de nuevo el éxito con Andy García en el Arsht Center.


Acompañada por el perspicaz músico Braily Ramos, la cantante hizo despliegue de magnetismo escénico. Utilizando con inteligencia el mero poder rítmico de “Ya llegó la pasión” pudo romper el hielo e inercia de un público que se esfumaba ante el caos imperante. Taconearon velozmente de regreso al oír su cristalina voz. Mantuvo el tempo con “Cachita” y prosiguió con “Cubáname” del homólogo disco. Fue apropiado: “En la brisa que viene del mar / se oye el rumor de una canción” del bolero “Voy por la vereda tropical” que ofreció sin languidez o nostalgia sino con juventud chispeante sin traicionar el espíritu de la pieza.  “Manisero” llevó al público a la pista de baile otrora  área de recepción para  góndolas, yates y barcazas.  Con “Me debes un beso”, composición de Caridad Sáez (madre de la cantante), cuanto octogenario empresario quedaba semi-eterizado trató de subir al escenario a decir necedades y lograr un besito de la diva. Se restableció el orden con “Capullito de alhelí", afín a su color de voz.



“Castellano”, merecido homenaje a Benny Moré, arrastró a todos al baile. Muchas se desembarazaban del calzado. Logré ver a un matrimonio castellano, sí, de Castilla la Vieja,  bajando las escaleras para contonearse con los criollos al ritmo que su sangre ibérica les dictaba. No les aplicaba lo de la canción “Castellano, que bueno baila usté’”. Con una emotiva nota cerró su programa recordando a todos el hallazgo de la imagen de Nuestra Señora de la Caridad hace cuatro siglos y cantando “La Cuba mía”.  No es feliz composición para incluir en su repertorio.



Las circunstancias se presentaban difíciles y el público que atraído por la voz había regresado del autobús que les llevaba al hospital Mercy –aparcamiento-  ya no le permitía bajar del escenario. Viendo duplicada su audiencia regaló como bis el “Son de la loma” que les puso a bailar levantando los brazos y moviendo sus cinturas. James Deering si atisbara desde su balcón como solía al final de su vida, quedaría deleitado con Lucrecia, musicalmente elegante y estilizada en su característica policromía.  

James Deering escucharía complacido desde el balcón el regalo musical de Lucrecia en Villa Vizcaya





2 comentarios:

Rainier González dijo...

A ti se te va lo de la canción y es: Míster Veneno, que bueno escribe usté. Míster Veneno, trata de escribir semanalmente y que tu presencia sea más constante.

JosEvelio dijo...

Tinta y Veneno, muy bueno. Cálida noche con Lucrecia en Vizcaya.
¡¡Enhorabuena!!